Algo sucede a este lado de la cama. Quizás las mayores erecciones surjan, de las mejores pesadillas oceánicas. Un borracho que mea sangre azul. Una puta bañada en Cacharel. Los ojos que mueren de sed lasciva.
Algo sucede en este colector con luz,
donde los humanos mueren a dentelladas
buscando un lujoso paredón
con vistas al mar.
¡La mesa está servida!
Comamos todos de este sofrito de entrañas
sazonadas con leche materna agria.
Sábanas limpias para las mancebías
donde los cuerpos sudan y amotinan
(como cadáveres desorientados)
esperando que amanezcan un día
más:
sin tener que agradecérselo
a nadie.
Es la hora de la siesta.
¿Follamos
o nos sacamos los ojos?
He dicho.
He naufragado por la jodida
casualidad en otro bar de tapas rancias y cerveza caliente. El camarero
harto de la rutina me mira con cara de lileta, con cara de polla y de repudio.
¡Acaso estoy borracho, imbécil! La verdad que llevo ya muchas
horas rulando de bar en bar, de barra en barra; y encima teniendo que aguantar
la cara de verdadero asco de esta malograda profesión. Estoy a punto
de rebosar de cerveza, el cupo está casi cubierto pero aún
y siempre que encuentre un váter abierto seguiré bebiendo
hasta que pierda el conocimiento. Me equivoqué, soy humano,
esta cerveza que sustenta la barra está fría, es espumosa
y sabe bien. Al lado la tortilla de alguien que seguramente ni la probó
y quien sabe si la tocó o le escupió. Yo no voy a ser menos
y también ignoro ese excremento de huevo. No puedo dejar de describir
el sucio garito convertido en mi guarida nocturna, en mi sala de espera,
en mi ring hepático. El bar lo regenta un joven de mediana edad,
un chaval de esos que sin pies ni cabeza trabaja a más no poder
para luego comerse una mierda reseca al sol. No hay ni mesas ni sillas,
solo un par de banquetas donde los más desvergonzados como yo nos
atrevemos a sentarnos de vez en cuando. La gente normal (en el termino
exacto de la dos palabras) dice que en ese local la gente se mete jaco
en los servicios, que las prostitutas hacen su agosto todos los fines de
semana (lástima que ya sea tarde), y que un puñado poetas
mamarrachos y alcohólicos se inspiran con hachís o cocaína.
Las paredes huelen a grasa, están oscuras de tanta mierda acumulada,
el suelo pegajoso y lleno de condones rebosantes de amor y vino reseco.
Es molesto estar allí pero se sobre lleva de manera locuaz. Han
pasado ya tres horas desde que empecé a degustar a la espumosa y
Carlos (creo que así se llama el camarero) está dando las
primeras cabezadas, el cansancio lo ha trincado por las pelotas, creo que
la noche se acaba y la birra también. No puedo más. Bajo
con cuidado de la banqueta y sólo pensando en lo que me encontraré
con estas ganas de mear salgo como puedo de allí, sin saber si repto
o levito, pero salgo. El sol empieza a hacer mella en mi ser debo esconderme
ya no en otra guarida para borrachos y delincuentes. Un tabaco aliñao
y a la cama, que mañana Carlos me espera con otra cerveza bien fría.
Colecciono bragas de amores
que nuca tuve,
besos gélidos de color rojo
traicionero
y un montón de fotos desnudas
de sueños.
Amamanto a las fieras con güisqui
de garrafa
que fluye con viveza entre los niños
muertos
que hay a cada lado del camino hasta
tu boca.
El contenedor de basura abre su enorme
boca
me cuenta cosas tan bellas al oído,
¡que romántico!
un coche interrumpe nuestra velada,
la policía.
Un ceta, dos cetas, tres cetas, cuatro
cetas...
Colecciono delitos inclasificados,
eso sí;
me esposan y me duermo.
Se desencadenaron mil batallas sobre el jardín de piedras.
El sueño anhelante de la humanidad
quedó demasiado enfermo,
y por aquel entonces, hace ya años,
ejércitos enterosdesistieron
a crear una confederación sin
tramoyas ni leyes agusanadas.
Mentira, más que mentira.
Asco me dan los que organizan las guerras
sucias, ¡buagh!
Náuseas me dan los putos ideales
de esta suciedad1 que me rodea.
Pena me dan los periodistas e informativos
guerrilleros.
Inquietud de saber para donde van
los mortales, ya muertos.
Militares rebosantes,
gobernantes sin gobierno,
oficiales de quinta angustia,
mandatarios sin mandato,
autoridades incompetentes,
estrategas del universo.
Ninguno irá al cielo; de eso
estoy seguro.
Suciedad: sinónimo
de sociedad
Una sombra.
Dos sombras.
Tres sombras.
La música de supermercado.
El sol.
El váter sin agua.
La televisión.
El amor sin sexo.
Gran hermano.
La lluvia dorada.
Fetichismo incontrolado.
La soledad.
Resaca.
Oxígeno.
El calor.
Asfalto.
El café del instituto.
El dolor.
Creer en lo absurdo.
Poemas enlatados.
El buffet del hotel.
Hormigas en la calle.
Los portajes.
Huele a quemado,
arden las tres sombras.
Huele a quemado
y yo no he sido.
Anne
Con un susurro me entero mejor,
y se me rozas, entro en erección.
Muerdo en el aire y no sabe a nada
paso las noches dando arcadas
¿A qué hueles? ¿Qué
te tocas?
Si los momentos se adormecen.
From: diego <mjgodoy@supercable.es>
Reply-To: "diego" <mjgodoy@supercable.es>
To: OE <salvaje@poesiasalvaje.com>
Date: lunes, 7 enero
2002 17:10
Aquí
teneis otras muestras de mi pequeña y humilde creación. Muchas
gracias por publicarlas pues en esta ciudad donde vivo de momento estás
vetadas.GRACIAS DE TODO CORAZÓN. Haber si podéis ponerme
el nombre completo, paso de pseudónimos ¡que hay que dar la
cara! ¿vale?
de diego expósito
godoy
a 16 enero
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