La mañana
despertó con lluvia. Me levanté, me acosté. Después
de ramonear, trabajo de sueño, una ducha. Prosaico. Me gusta mojarme
la cabeza cuando llueve. pensativo, de camino a
clase, me crucé con una chica. como es mi costumbre, apenas miraba
a la gente. Levanté la cabeza. Sonrisa. Sin dientes y ojos
llenos. Brillantes y
dulces. Me paré , se giró. La lluvia caía
dura. Así que nos movimos cada cual por su lado. En el descanso,
salí a la calle. Nunca me gusta el ambiente de la cafetería. La lluvia, calabobos. Arboles mojados
y arbustos sin flores. El césped lleno de charcos. La misma chica.
El árbol del centro. Su cara, tranquila
reposaba en el cielo cortado por leves rel mpagos lejanos. Solo pod a ver
sus ojos. Luminosos, y esa sonrisa franca de sinceridad. Relumbra sin
pliegues, relumbra sin el olor a colonia. Me acerqué. -hola. -hola. Tranquilidad. -caminamos? Asiente. Nos
movemos hacia donde se supone que el sol alumbra. en un principio, el silencio Era la conversación.
poco a poco, y con leves palabras apenas pronunciadas, la conversación Se inició.
Arboleda de amarillo marfil, despegando las hojas alfombradas. A nuestros pasos,
ligeras, graciosas, jugando con los pies, hacían de camino cálido. Apenas si chispeaba.
Los claros se ve an alegres en las pupilas marrones. Brillantes. -de donde eres? -del sur. -que suerte,
no habrá tantas nubes como aquí. El sol siempre da calor. -eso dicen,
pero también enfría las caras, y endurece las mentes. -una vez estuve
en el sur, me gusto su mar azul. -yo prefiero
el otoño vivo, ese que clarea las cabezas, y despierta el corazón. Extraúnica
y dinámica. Me sentía incomodo en tales palabras. Ella, era
delicia. Ni un pestañeo
fuera de lugar. Era muy hermosa, pero los puntos de vista eran diferentes. No había
problema. No había
una estrella en el cielo. -no sé,
no creo que a nadie se le ocurra eso.-orgullo-. -yo tambi a
eso.-altivez-. Una gota, plas-plas,
retumbó en un charco apenas perceptible delante de nosotros. Un perro apareció
en la tarde, meneando la cola despreocupado. Nos miró, y se fué. -tu crees? -no estoy segura. -de todas formas,
hay muchas maneras de verlo. -si, en eso
tienes razón. -si, tu también. Un largo beso,
sin contacto. Regado de gotas saladas, y dos manos enguatadas en un puño. Dos cuerpos
en la cama. Dos ojos sin lágrima, con sangre de lagrimal.
Mientras paseaba.
Me senté en al zócalo del paseo marítimo. Una ni a vino
a mi encuentro. Tendróa mas o menos mi edad, pero en sus ojos vivía
el ser de la pena. Contraste de la algarabía de sus pasos. El tiempo, otoño
claro. De tarde, con el sol apenas entre comillas. Y la conversación
del árbol, se reanudó han pasado cien años,
pero las hiedras seguían firmes. Apretando, ahogando la raíz
de la sabia. -hola otra vez.-dije-. -hola. Se sentaba mi
lado. Naturalidad, la arena se mueve en dunas, el desierto piensa. De un simple
ademán, se quita el pelo de la cara, y aparece su dintel sonrosado. Música.
En tus manos. Me coges de
ellas. Me miras. Dices verdad. Vuelves a besarme,
sin dientes ni labios. Corazón arropado en brazos de la mujer. Los balanceos
se detienen. El baile frenético, aquelarre, se tumba, asombrado
del poder o del de blanco. En el otro extremo,
cuernos de centella. Filos de punta. La tarde, poco
a poco roja, es la pasi n olvidada de los helechos. Solo un color satura
de miradas nuestra situación. Expectativa. Saltas al abismo.
Pisas firme la arena. Levantas un
brazo. Me tocas los pies. Levantas ojos
en llama, Soy sombra. Allí,
aturdido todavía de tu belleza, veo como te despides de mí.
Como, con tu traje de blanco cendal, se peina por la arena cansada. Te
das la vuelta lentamente. Sin dejar de mirarme, sin poder cerrar mis ojos. Y ya tocas el
mar, ese que te escribí, ese que es mi fuerza. Besada por las
olas, acariciada por la sal. Te cubres la
cintura, ciñiendote el cinturón de la castidad, de amor inconmensurable
de tí, mujer. Y por un momento,
el mar deja de balancearse. Sin olas y sin
suspiros, te paga mi tributo. Se queda liso
y bello. Hasta que te
evaporas, y tu gota cae en medio del inmenso. Levantando la
tormenta que ha de destruirme. Porque
lo quiere el mundo. Porque está
escrito. Sin viento.
From:
"canijo guido" <canijog@hotmail.com> To:
salvaje@labutaca.com Subject:
algo que aportar Date:
Tue, 19 Dec 2000 23:52:06 -0000
envio
esta pequeña cosa que no sé como llamarla. y
sobre todo esperando que la página güeb siga su buen curso
y su magnifica disposicion
hacia todo lo que pueda entrar. no
mucho más que felicitar(o no) el nuevo año. en
fin, que sea una buena cogorza para todos.
de guido_canijo a 31 diciembre
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