I
Desde la lejanía y de espaldas,
el sol abre la boca del día. En enero las cigarras extreman su alarido
de sangre y la calurosa manía de las hojas rompe el promontorio
azul. Su figura se expande.
A lo lejos el corazón del calor
distribuye perfumes en el paisaje que se abre con una mueca de payaso somnoliento
que reclama su lugar.
Silencio a borbotones. Silbido interior.
Calma que se añeja, vino que penetra en la garganta de las piedras
y sube fogoso sin encontrar el final.
El día se instaura, con rigor,
sanguinoliento, pavoroso, abriéndose paso entre los yuyos y la hierba,
penetrando sus limbos a su antojo.
Las aves rapaces aúllan su piel
en la baba del alba que languidece por soberbia imposición de la
tierra: húmeda, cenital, acalorada.
Todo se perpetúa en las líneas
insomnes de un dibujo eterno, sinfín, caníbal de su propia
carne, tocando apenas el perfil recortado de un hilo de luz, que se cuela
dormido en el cogollo del barro.
En el remanso de las ramas se acelera
la lubricación testaruda del agua que impone su recorrido: regueros
de colores pardos detenidos en la pupila cegada por los rayos de una canícula,
advertida en destellos.
La mañana desgrana su rosario
de aguas.
Desagua el silencio en el centro de
mis miedos.
II
Enero fragmentaba túneles de
oscuridad… un fondo de espuma tragaba el aire con grises de cólera…
costaba divisar ese horizonte inhóspito, fracasado, pelado de soles.
Las gotas saltaban penetrando rincones
sin sosiego donde el paraje había perdido su encanto inmaculado:
la lluvia succionaba gota a gota el espasmo de la tarde.
Florecían entre tules, locos
lirios anaranjados que resistían flameando los golpes de la lluvia:
intranquila, filosa, serpenteante.
Enero per-vertido de azules escombros
de tierra húmeda, rota; cristales de barro imponiendo su destino.
Emoción del agua buscando canales
de palabras, rastreando la definición certera.
III
Las hojas esta noche aparecen con un
sudor límpido y brillante, simulando espejos diminutos estallando
en el aire que las resquebraja.
La luna con sus círculos
seduce e hipnotiza, creando un nuevo cielo que se desparrama azulino en
el charco límpido de la última lluvia.
El viento es brisa siniestra con aliento
a noche, me incorpora en su soplo a su centro libertino que despierta
los sentidos.
Los gajos de la noche quiebran su silueta
sensual en el medio de las horas, iniciando un reloj clandestino que despierta
con ruidos desacompasados.
Dejo de temblar unos instantes:
permito que la noche inicie su recorrido en mi cuerpo.
IV
El sol desarregla los sentidos, con-vierte
la mente en desnuda travesía inconclusa.
Enero instala su palidez frágil
en el sitio menos pensado del día. Los recuerdos de la tormenta
se asilan siniestros y la ventana perfila otros soles, otras nubes, otros
ritos que no terminan de dibujar la siniestra música evocada.
A lo lejos, la sombra de un árbol
desabrocha perfiles inconclusos que pierden su figura, se deshacen.
Sola, solitaria, abro el libro de
la tarde que se apretuja en hilos rústicos de páginas sin
números.
V
Enero olvida los solsticios y corre
con apuro tras los renglones inmaduros de los días. Se escapa vertiginoso
en plumas sedientas de polvo y aire.
Los escarabajos caminan por su piel
arrugada buscando huellas no recorridas, enhebrando hilos que escapan lúbricos
de sus patitas añosas.
Las arañas suben con sus lentos
pasos y exploran el camino plural de los sueños que se revela inundado
de espacio.
El sol se arrodilla en el vientre de
los días de espuma y derrite sonidos inconclusos, sinfonías
decadentes, poemas olvidados.
> De: "maría
isabel calo" <mariaicalo@hotmail.com>
> Fecha: Tue, 10 Apr
2001 11:09:26 -0300
> Para: salvaje@labutaca.com
> Asunto: todo bien
>
> Hola : Lo de Dylan
todo bien. Te estoy agradecida.
> Te adjunto lo mío,
es prosa poética a ver si te gusta.
> Saludos para/kulturales.
> En breve la hojita
del grupo El marqués de Sade.
> Besos
> y que sigas bien
> Isa.