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Hay unos árboles encallados entre tus lacios y escrupulosos cabellos,
pídeles que se queden, diles que no estoy lejos.

La duda elegante, ciérralos,
una noche que no se esconde,
la ciudad que me mira, 
una parábola dentro de la gente (ábreme)
y la razón de rodillas.

Cierra los poros de los ojos, cierra los brotes de luz,
cierra el labio azaroso, ciérralos todos mientras vuelas por el filo del
pasado.

Cierra el episodio del sueño, ahora y después;
pero los abres y vez que no me he ido.      
 
 
 
 
 
 
 
 

Adentro
 

Quiero ir al extremo de mi mente para no pensar, programarme tranquilamente
y reposar el latido de mi cuerpo
 

Adentro soy penitente, consciente y maldito
 

De un extremo sudoroso a las vértebras cristalinas, vacías por  los besos.
 
 
 
 
 
 
 
 

semanario de  un sueño
 

Monté al martes como caballo sin piernas,  con la ausencia de cuatro truenos
corría con sus venas

Caminé dentro del miércoles en ajenos ojos blancos, vírgenes me brindaron
una sinfonía de silencio
 

Volé en jueves como una hermosa ave dorada; me enamoré del jueves e hicimos
amor en los cielos, donde mi alma yace intacta, clavada
 

Me acosté viernes, sábado y domingo, con botellas de licor, vomité mis
pensamientos, no sentí la conciencia seca del rencor
 

Nadé lunes entre los odios y la tierra  comulgué entre raíces y blasfemé a
quien me hiera
 

Volví a despertar de la vida y comencé a soñar
 
 
 
 
 
 
 
 
 

quimera  
 

Besarte detrás de tu rostro, escaldarme, volver a perderme

cadáver que presume su blanco rezo,
allá eras carne, aquí alegre hueso

caracol de invierno y su llanto cenizo: difuminas horas del salto de tiempo

el crepúsculo del océano y el delfín su acompañante, blanda esmeralda
convertida en mano 

temblor de una calma que grita hambre 

besuquear la mancha de tu dibujo relegada en el zodíaco del viento;   
exquisito cuerpo, lujurioso antojo,
y un recuerdo en la fugaz quimera.   
 
 
 
 
 
 
 
 
 

erótico
 

Ver pasar mi sombra y la noche tomadas de la mano

Ver nacer una lluvia en tu espalda y de ahí beber un moribundo deseo

Verte desnuda dentro de la cúpula plateada del sol, totalmente adentro del
tiempo prisionero; entre tú y yo

Verte sumergida en la piel canela que te cobija, observarte cubierta por las
manos hambrientas, insaciables

Tu rostro animado, embrujante aldea de estrellas en carnaval.  Verte entrar
en beso y salir como verbo, y ver que sí existe la reencarnación tocando tus
pechos; palpo una pieza extraída del más erótico sueño.

Te posee el viento mientras que las aguas te colman las piernas.  Tiemblas.
Llega la lengua a escarbarte los dedos y a quemar la cera entre tu pelo

Platicándonos por medio de un sólo cuerpo. 
 
 
 
 
 
 
 
 

milenio
 

  Llegamos temprano al momento; nos ha sido quitado un siglo
entre los dedos.  

  Las dudas brotan del aire como gotas tupidas de preguntas; y
el cielo oscurecido por la sombra del futuro cercano,  ¿A quién celebramos,
a quién le lloramos, por qué no estamos quietos?

  Después de que nazca virgen esa mañana, veré nuevas
dimensiones de rayos, tal vez luces de algún color que nunca han visto mis
pestañas.  

  Beber el primer trago de cielo aún desvelado y querer ir a
pisar y conquistar nueva carne para mi alma.  

  ¿Qué pasará si no hemos rezado? Hemos olvidado detenernos a
decirle a las hojas algo, cualquier cosa; ni siquiera cantar hemos sentido;
qué día nos espera después del cambio de siglo.

  Amanecer ese siglo enredado en tus dudas, besando tus
miedos, saborear por fin ese néctar que me hace soñar despierto -Imagínate
durar besándonos por segundos a siglos-

  Amanecer cantando, blasfemando pasados de sed y furia;
llorar quizás mientras me baño; caminar y no ver lo que piso.  Volver a
contar las pisadas, pero ahora en la arena del infinito.

  Sentir que la evolución es agua, viento, cualquier elemento
que me trague.  Metamorfosis en sueños, que la piel le cambie el color, sea
más negra.  Que cambien un poco mis sentimientos, un poco más sinceros.

  Sentarme detenidamente en cada minuto que resta al hueso del
tiempo; gritar dudas, reciclar todas esas áreas confusas que han perdido
algún anhelo.
 
 

  Agradecer que no sé lo que venga, que no sé a quién amo;
permitirme más años y compartirme en los ratos que tengo de ocio.

  Dejar al miedo sentado en sus preguntas.

  De la expectativa lenta y ojeruda, pedirle más sabiduría, y
que me haga vivir en recta locura.

  Sólo es un cambio de hora - un mañana distinto, el sol,
estrellas y caras duras- sin embargo el tiempo se agita y renueva sus
longitudes; mares inanimados bailan con la sombra del milenio que se
avecina, mientras repaso la agenda, sus nombres, por lo que resta del día.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

(her) manos

(Pedro, Raúl y Carlos)
 

Se comulgan entre ellos.
Se hablan a escondidas,
saben por dónde reír sin
ser descubiertos.

Cambian miradas,
se besan aunque sean
del mismo sexo; no es raro,
es bello.

Sudan, tienen calor por estar
entrelazados con otros;
lloran en invierno, desean
explorar desiertos cutáneos.

No mienten, los hacen mentir.

Negros, blancos, otros amputados pero contentos.  No rezan, no adoran a nada
proveniente del cielo.

Callan en las noches bajo un 
cuerpo; otros están al descubierto.
Los viejos no pueden moverse, se suicidan en las bolsas.

Apuntan, retórica, rascan,
comprenden; son los primeros
en consolar a otro cuerpo.

Hablo con mis ideas y ellos
de movimiento; no se cansan.

No mienten, los hacen mentir.

Herramientas carnales; tienen
alma de hueso.  La mano
hembra, derecha; el hombre
apostando por sus ideales,
la mano izquierda.
Los hijos sus dedos.
 
 
 
 
 
 
 
 

de ivanovich torres

a 1 marzo 01