Frío Cuando los barrenderos escriben
en las paredes altas de la ciudad
dormida
el frío que pasan, las noches
que viven.
Bajo los límites sucios de la
ciudad dormida
se esconden los sueños que
han sido prohibidos
y baten las alas murciélagos
rápidos que
escupen silencio a mí y a los
que aun no se han ido.
Todavía nos queda escuchar lo
que dicen
aquellos escribas que andan perdidos
por lugares que encuentran al ir sin
amigos,
al ir sin amigos:
“Mejores las noches en las que canciones
al cielo sonaban como voces de dioses.”
Y así, la música sueña
con un mundo bello
las noches tan frías en las
que los barrenderos
callados escriben qué ha sido
de ellos.
Enfoque
Busco ángeles caídos
en playas ametralladas,
busco jardines sin árboles
donde no brillen las estrellas
-no quiero ver estrellas
quiero ver cuadros de pintura que
valgan poco-,
busco la atención de
mujeres que no quieren ser princesas,
incesantemente busco prisiones derruidas,
almas heridas, enfurecidas, gritando,
luchando contra esas tristezas
que dan salida a tantos ríos
de polvo
que ensucian hoy las ciudades
y que ahogan el escarmiento.
Y busco esos ojos
ávidos,
que se quedan nublados mirando las
calles.
Los encuentro
y empiezan a ser míos
y con ellos quiero ver lo que tú
eres
y lo que todos son.
En fin, mi deseo
ha sido siempre sencillo:
aunque no lo creas
busco enfocar de manera adecuada la
vida.
Sal de ti
Sal de ti.
Ten cuidado no de ti-,
fíjate -no en ti-,
piensa mucho en cómo se está
contigo,
en qué cambios provocan tus
palabras.
Incita a hablar, a que te hablen,
preocúpate de que te hablen,
-sino te interesa, si te aburre, sal
de ti-
estate atento también a qué
te hablan,
escucha, y si no sabes
aprende a escuchar,
a salir de ti.
Lindo capullo que luchas por brotar:
cuidado con los yos arrolladores.
Si hay que decir basta.....
¿Habremos de escondernos?
¿Habremos de permanecer semiocultos,
semicallados ?
¿Tendremos que seguir teniendo
cuidado,
ir midiendo las palabras al expresarnos,
tartamudear?
¿Habrá que seguir escuchando
sus largos discursos
bien pronunciados? ¿por cuánto
tiempo?
¿Hasta cuándo la impotencia
de verles ahí
ocupando nuestro lugar, todo el lugar?
¿No somos ahora nosotros los
que tenemos cosas que decir?
Habremos de arrancarles el micrófono,
habremos de hablar sin escondernos,
seguros, valientes, tomando poder
al hablar,
habremos de expulsarles a palabras
tajantes
y que no vuelvan.
La expresión ha de ser nuestra
arma expansiva.
Y es que como en el alma,
en los espacios muertos de la ciudad
se acumula la porquería.
Sucumbido, obstinado,
vertiendo lágrimas sobre un
principio oscuro,
sacudiendo el polvo de un disfraz
maldito.
Si, señores, si,
su silueta me mata, me destroza,
acaba conmigo en cuestión de
instantes,
en el mismo momento en que aparece.
Y escuchadme todos:
no quiero que vengan esas sonrisas
a contarme sus verdades de flores
y primaveras,
a la mierda esas historias que no
me pertenecen.
yo
sólo quiero un rincón,
un cuarto oscuro,
y la absurda posibilidad de que aparezca
> ------ From: <guillermo.valen@terra.es> To: <salvaje@poesiasalvaje.com> Date: martes, 10 septiembre
2002 20:52 Os envío un adjunto
con cosas, entre ellas algo que os envié hace unos días.
Gracias.
de Guillermo
a 30 de Septiembre
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